Cae lentamente y lo cubre todo en un silencio casi irreal, cubre las cosas, cubre toda tristeza y nos transporta hacia una dimensión diferente, donde la Naturaleza que tanto nos está quitando, tanto más nos quiere regalar con un acto no compasivo, sino mágico. Levantas el rostro al cielo y ofreces todo de ti a lo nuevo que llega, ese manto blanco y harinoso, tan fresco, cambia lo visible y abre las puertas a un mundo diferente, que la esperanza transforma en un sueño casi tangible. El blanco que todo lo cubre nos estimula sentimientos de pureza y el éxtasis se transforma en alegría. Alegría de vivir, alegría de experiencias que cada año se renuevan gracias a este manto blanco. Te deslizas sobre él de muchas maneras, caminas, patinas y la alegría de los más pequeños contagia también a los grandes. La esperanza se convierte también en esto, en poder vivir esta temporada en la nieve, antes de que también ésta nos deje, haciendo resurgir un mundo diferente, en el que se pueda y se sepa mirar el futuro de un mundo mejor.
